Hu-Song, un gran filósofo chino contaba a sus discípulos la siguiente
historia:
Varios trabajadores de una mina de carbón, debido a un derrumbe se
habían qu
edado atrapados en total oscuridad y no podían ver casi nada.
Pasaron varias horas sin saber qué hacer, por momentos todo era un gran
silencio, el pánico los estaba atrapando y pensaban que estaba todo perdido y
que tenían muy pocas posibilidades de salir vivos de aquel lugar.
Todos sabían que había una salida, pero entre tanta oscuridad y el
polvo del carbón que hacía más oscuro el ambiente, era imposible localizarla.
Uno de ellos, a tientas logró encontrar y encender una pequeña tea. Era
muy poco lo que alumbraba, pero eso permitió que los demás pudieran encontrar otras
teas y así lograron iluminar el lugar y encontrar el camino que los llevó fuera
de la mina.
Uno de los discípulos
preguntó a Hu-Song: -¿Qué podemos aprender de este relato?
Podemos aprender que nuestra luz si no la compartimos con el prójimo,
sigue siendo oscuridad contestó Hu-Song.
Y también nos dice que el compartir nuestra luz no la desvanece, sino
que por el contrario, la hace crecer.
“Los momentos más felices
son aquellos que hemos compartido con otros”
Si con una vela enciendes otra y está a otra y así sucesivamente, se
pueden llegar a encender miles de ellas y con ellas iluminar al mundo.
De igual modo, si tu corazón está iluminado por el amor, podrás
iluminar otros y de esta manera se pueden llegar a iluminar miles de corazones.
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